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La Sorrozuela es una urbanización en el municipio de Bareyo, cuya capital es el pueblo de Ajo; esta situada entre el faro y la desembocadura del río Campiezo, al final de la ría de Castellanos, o ría de Ajo. La costa es escarpada, agreste y salvaje, muy peligrosa; no hay playa, sólo queda un húmedo arenal durante la bajamar.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿La última “galleta” de chapapote recogida en la ría de Ajo?, ¡ojalá!

Casualidades de la vida, este verano deambulando por el arenal en bajamar, de regreso del molino de marea de Castellano, nos acordamos del “Prestige”; no se si llegamos a maldecir su mala estrella, no se si mentamos a la santa madre del capitán o simplemente, con resignación bíblica y actuando como los buenos ciudadanos, recogimos la “galleta” de chapapote que estuvimos a punto de pisar.
¡Ay, la maldita “galleta”!, en realidad un goterón de fuel de considerables dimensiones, rebozado en arena, que descansaba sobre el lecho de la ría; la recogimos, las sacamos del arenal, se la quitamos de encima al mar y evitamos que continuara contaminando el medio ambiente.
Fue el 3 de septiembre de 2013 y entregamos el “regalito” a los pintores que ese día se afanaron en rotular la señalización horizontal de la urbanización; pensamos que era la mejor forma de desechar el chapapote, junto a los restos de pintura, envases, disolventes y otros productos químicos que esos profesionales manejan en su trabajo; se hicieron cargo de residuo contaminante de fuel con la promesa de deshacerse de él de una manera adecuada.
Los periódicos del 14 de noviembre nos hicieron recordar la anécdota: el encuentro con la última “galleta” de chapapote recogida en nuestra ría, porque ese día todos los medios informativos publicaron, con gran despliegue tipográfico, la noticia de que la víspera, el 13 de noviembre, la Audiencia Provincial de La Coruña hizo pública la sentencia por el naufragio del “Prestige”, que se fue a pique hace exactamente once años (“tempus fugit”), el 19 de noviembre de 2002, aunque llevaba varios días perdiendo a chorros su contaminante carga.
La memoria es frágil y puede fallarnos a la hora de intentar recordar como nos afectó a “La Sorrozuela” el derrame de las 62.000 toneladas de fuel de pésima calidad que el “Prestige” transportaba en los tanques de la bodega.
Nos situamos en la primavera y verano del 2003, aunque puede que antes hubiera alguna afectación en nuestro tramo de costa, porque a Galicia la contaminación llegó incluso antes del hundimiento.
En nuestro caso, recordamos que fue instalada una barrera oceánica 200 ó 300 metros ría adentro, desde la cala de Santiago hasta el otro lado de la ría, en el extremo más interior de la playa, ya en Isla, y en ese punto, único de acceso rodado (y no fácil), sobre la duna (por cierto, cada día más mermada) hubo un puesto observación, que consistía en una o dos personas con un todoterreno y, creemos recordar, un foco no demasiado potente, apuntando a la barrera.
Allí mismo, pero abajo, sobre la arena, en un rincón de la playa, quedó reservado un espacio a modo de depósito para las bolsas de plástico en que se recogía el fuel que llegaba a la playa o que quedada atrapado ante la barrera oceánica.
“La Sorrrozuela”, aunque esta situada en una de las zonas más septentrionales de la costa española, y por tanto, más expuestas a las corrientes marinas de poniente, tiene la fortuna de estar al abrigo del Cabo de Ajo, aún con eso, algo nos manchó el “Prestige”, pero muy poca cosa en comparación con el drama de la costa de Galicia.
Seguramente la Administración dispuso de cuadrillas de trabajadores para la recogida del vertido que llegaba a nuestra ría, no coincidimos nunca con ellas, y sólo en algunas ocasiones pudimos ver los bolsas de plástico en cuyo interior se supone que estaban las “galletas” de chapapote recogidas.
Sí nos tocó enfrentarnos con algunas de esas “galletas”, bien flotando arrastradas por las mareas ascendentes, bien depositadas en la arena en marea baja; nos consta que muchos vecinos de nuestra urbanización colaboraron en la medida de lo posible en la limpieza de la ria: vimos como desde zodiacs, e incluso piraguas, se recogieron mucha de esas “galletas contaminantes”, y como algunos paseantes bajaban a la ría con bolsas y guantes de plástico para retirar las que pudieran encontrar.
Creemos recordar que la barrera permaneció instalada hasta pasado el verano del 2004, probablemente estuvo instalada más de año y medio, y fue bastante eficaz, aunque no infranqueable, porque ría arriba también retiramos restos de chapapote con forma, tamaño y aspecto más de hamburguesas que de galletas.
¿Ha sido justa la sentencia sobre el “Prestige”?, posiblemente sí; con toda certeza las leyes aplicables son muy insuficientes y, por otra parte, el Derecho Internacional aún está en mantillas.
De todas formas las consecuencias del vertido del “Prestige”, aunque atenuadas, aún no han desaparecido; datos recientes (seguramente extraídos del sumario) indican que un año después del naufragio se habían recogido en tierra 114.000 toneladas de residuos (con un contenido de unas 23.000 toneladas de fuel), y en el mar la recogida había sido de 53.000 toneladas (de las que unas 22.000 toneladas eran de fuel), es decir, en total se habían retirado unas 45.000 toneladas de las 62.000 derramadas … siguen faltando 17.000 toneladas, algunas quizás fueron recogidas en los años siguientes, quizás siguen flotando en los confines del Atlántico, quizás se precipitaron al fondo del mar y está enterradas bajo toneladas de arena … hasta que un gran temporal remueva los fondos y salgan a flote.
Así que, lamentablemente, es más que probable que la pasta de fuel, rebozada en arena, que recogimos ese pasado verano en la ría, casi once años después del desastre, no sea la última que veamos. ¡Estaremos ojo avizor!.

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