Y por una vez el espectáculo no estuvo en
la reunión sino en la barandilla que desde la acera de la calzada de la parte
trasera del club social da al estuario del río Campiazo (¿o Campiezo?), allí el
cuarto temporal del año (que será el séptimo u octavo del otoño-invierno) proporcionó
imágenes para el recuerdo, el número de coches de curiosos fue muy alto y
estuvo también una patrulla de la Guardia Civil, para lo que hubiera sido
menester.
Al impresionante espectáculo de las
gigantes olas batiendo sobre los acantilados se unió la incertidumbre sobre el
destino que la mar había previsto para un barco de cierto porte que ha estado
varios meses invernando en la ría, junto a la urbanización; había soportado
bien los temporales anteriores, pero en este la fuerza del mar pudo más que el
anclaje que le mantenía junto al embarcadero.
No rompió las amarras, simplemente sacó
el muerto de las profundidades del arenal y arrastró el barco y su sujeción por
todo el estuario, hasta el lado opuesto, ¡ya muy cerca de las rocas del
acantilado de Isla!, fueron horas angustiosas, porque, aunque no había personas
a bordo, la pérdida de una embarcación tan bonita habría sido muy lamentable.
Afortunadamente el barco aguantó y quedó
varado (esperemos que sin daños), a mediodía, en la bajamar, sobre el arenal en
la parte opuesta del estuario, donde habrá podido ser sacado a tierra a la
espera de mejor momento para devolverlo a su lugar de origen.
Pie de las fotos (que nos ha hecho
llegar una colaborada que desea permanecer en el anonimato): la de arriba muestra la acción de las olas sobre el acantilado de Isla y la de abajo la situación del barco, a lo lejos, en la misma zona, aunque unos cientos de metros ria arriba.
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