El
ayuntamiento de un pueblo vizcaíno relativamente cercano, Baracaldo, inició a
primeros de marzo una campaña contra los “dueños incívicos de perros”,
considerando tales a los propietarios de chuchos
que no recogen sus excrementos (vulgo cagadas) de la vía pública, zonas ajardinadas, aceras, parques, etc.
La
imagen de la campaña es la de un humanoide con cara de cerdo, o si se prefieren, un individuo con orejas y
hocico de cerdo.
Y
la pretensión del ayuntamiento, además de informar mediante folletos y repartir
bolsas de plástico para recoger la caca, es organizar una brigada de vecinos
colaboradores (¿chivatos?). Las multas pueden llegar a 1.500 € en caso de
reincidencia.
Aquí,
en “La Sorrozuela” no queremos llegar a tanto, pero si es necesario hacer un llamamiento a
la responsabilidad de los dueños de perros para que las calles de urbanización,
los alrededores del Club Social y las escaleras y rampa de bajada a la ría no
estén permanentemente llenas de cagadas de perro.
A los dueños de esos perros no les llamaremos cerdos
(por lo general somos personas educadas), pero es seguro que muchos vecinos de la urbanización lo están pensando desde hace muchos años.
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